Los insectos desempeñan un papel clave en la bioeconomía del futuro, aportando soluciones sostenibles en alimentación, agricultura y economía circular. Su cría permite generar proteínas alternativas, fertilizantes naturales y aprovechar subproductos de diversas industrias, alineándose con los principios de sostenibilidad e innovación. Descubre cómo estos pequeños organismos están transformando la producción de alimentos y recursos. |
La bioeconomía aprovecha recursos biológicos renovables para producir alimentos, energía y materiales de manera sostenible, reduciendo el impacto ambiental y fomentando un modelo de economía circular. En este contexto, los insectos emergen como aliados clave ante retos globales como alimentar a una población que superará los 9.000 millones en 2030 (FAO, 2013), minimizar el desperdicio y reducir el impacto ambiental agroalimentaria. Organismos internacionales y la literatura científica coinciden en que la crianza y aprovechamiento de insectos puede aportar soluciones innovadoras para una economía más sostenible y circular (Biró et al., 2023). A continuación, exploramos cómo los insectos contribuyen a la bioeconomía del futuro en ámbitos de alimentación, agricultura y sostenibilidad, respaldado por datos de la FAO, IPBES y estudios recientes.
Insectos comestibles: proteína sostenible y nutritiva
Los insectos comestibles ofrecen una fuente de proteína de alta calidad con una huella ecológica muy baja. Contienen abundantes proteínas, aminoácidos esenciales, ácidos grasos omega-3, fibra, vitaminas y minerales. En base a diferentes ensayos realizados en nuestras instalaciones, hemos encontrado formulaciones que permiten obtener índices de conversión cercanos a 2, lo que significa que para producir 1 kg de biomasa de insecto solo se necesitan 2 kg de alimento. Además, estos alimentos provienen de subproductos vegetales de otros sectores agroindustriales, promoviendo un modelo de economía circular donde se aprovechan diferentes subproductos de la industria alimentaria para la producción de proteína alternativa de alto valor. Este enfoque no solo mejora la eficiencia productiva, sino que también contribuye a reducir el desperdicio y minimizar el impacto ambiental de la producción de alimentos.

Además, la producción de insectos genera menos emisiones de gases de efecto invernadero y consume significativamente menos agua y tierra que otras fuentes de proteína y grasas insaturadas. La FAO destaca que los insectos emiten una fracción del metano que producen animales de otros sectores. Igualmente, los insectos necesitan menos agua en comparación a otras fuentes de proteina (Cambio16, 2023). Su cría puede realizarse en entornos controlados y densos, reduciendo la presión sobre tierras agrícolas. En Protiberia, producimos en granjas verticales, lo que permite un aprovechamiento óptimo de la superficie y una producción escalable y eficiente. Gracias a este modelo, podemos maximizar la cantidad de biomasa obtenida en un espacio reducido, optimizando los recursos y reduciendo el impacto ambiental. En conjunto, estas características posicionan a los insectos como alimento sostenible ideal para reforzar la seguridad alimentaria en el futuro.
Desde una perspectiva nutricional y de salud, los insectos son una fuente de proteína completa y equilibrada, además de una alternativa y complemento seguro y sostenible. Además, su alto contenido en hierro, zinc y otros micronutrientes los convierte en un alimento clave para combatir deficiencias nutricionales. Como ya lo han corroborado diversos estudios científicos y organizaciones como la FAO, la integración de los insectos en la alimentación humana y animal es una estrategia efectiva para lograr sistemas alimentarios más resilientes y de bajo impacto ambiental.
Economía circular: insectos que convierten residuos en recursos
Un aspecto revolucionario del papel de los insectos en la bioeconomía es su capacidad para cerrar ciclos de nutrientes y valorizar subproductos agroindustriales. En Protiberia, criamos Tenebrio molitor utilizando principalmente subproductos vegetales de otras industrias, lo que permite aprovechar recursos que de otro modo serían desperdiciados. A través de un proceso de bioconversión eficiente, estos insectos transforman dichos subproductos en biomasa de alto valor nutricional, rica en proteínas y grasas, que puede emplearse en diferentes formatos de Tenebrio, adaptados a las necesidades del sector agroalimentario. Este modelo no solo optimiza la gestión de subproductos, sino que también se alinea con los principios de la economía circular, reduciendo el impacto ambiental y promoviendo una producción sostenible y eficiente.
Además de utilizar subproductos vegetales de diferentes industrias agroalimentarias, el Tenebrio molitor permite obtener productos de gran valor en distintos sectores. No solo aporta biomasa rica en proteínas y grasas para la alimentación, sino que también genera insumos esenciales para la agricultura y la industria biotecnológica (Halloran et al., 2018). Un ejemplo es el frass, un fertilizante natural rico en nitrógeno y microorganismos beneficiosos que mejora la fertilidad del suelo y contribuye a una agricultura más sostenible. Asimismo, la quitina presente en los exoesqueletos del insecto tiene aplicaciones en sectores como el cosmético, farmacéutico y biotecnológico, donde se utiliza en la producción de bioplásticos, tratamientos dermatológicos y otros compuestos de alto valor añadido. De este modo, la cría de insectos se integra en la bioeconomía circular, optimizando el uso de los recursos y promoviendo un modelo productivo más eficiente y respetuoso con el medio ambiente.

La cría de insectos a gran escala ya es una realidad en expansión. Empresas en Europa están construyendo granjas automatizadas de insectos capaces de procesar toneladas de residuos y producir piensos sostenibles. La Unión Europea ha reconocido a los insectos como nuevo alimento desde 2015 y ha ido aprobando especies, como el gusano de harina y el grillo doméstico, para consumo humano, además de autorizar su uso en piensos para acuicultura, aves y cerdos. Estas regulaciones, junto con la inversión pública y privada, están impulsando un rápido crecimiento del sector. Se proyecta que el mercado global de insectos comestibles alcance entre 1.000 millones de euros y 9.600 millones de dólares (Biró et al., 2023) para 2030, con tasas de crecimiento anual. Este auge refleja el enorme potencial económico y ambiental de integrar a los insectos en nuestras cadenas productivas, convirtiendo residuos en recursos y diversificando nuestras fuentes de alimento.
Desafíos y perspectivas futuras
En cuanto a las perspectivas futuras, se prevé un crecimiento significativo del sector, impulsado por avances tecnológicos y apoyo regulatorio. La incorporación de insectos en la alimentación animal ya es una realidad y su expansión a la alimentación humana aumentará con el tiempo. Su papel en la economía circular seguirá fortaleciéndose, desde la producción de fertilizantes naturales hasta el desarrollo de bioplásticos y energía renovable.
En conclusión, la bioeconomía basada en insectos tiene un gran potencial para reducir el impacto ambiental, diversificar la producción de alimentos y optimizar el uso de recursos, convirtiéndonos en una pieza clave de la sostenibilidad futura.
Referencias:
- Biró, J. et al. “The Role of Insects in Sustainable Animal Feed Production for Environmentally Friendly Agriculture: A Review.” Insects, vol. 14, no. 5, 2023
- Cambio16. Proteínas de insectos, solución ecológica y sostenible para España, 2023
- FAO. La contribución de los insectos a la seguridad alimentaria, los medios de vida y el medio ambiente. Roma: FAO, 2013
- Halloran, A. et al. Edible insects: a roadmap for the future. International Journal of Agricultural Sustainability, 2018
- IPBES. Assessment Report on Pollinators, Pollination and Food Production. Resumen para responsables de políticas, 2016